viernes, 7 de agosto de 2009

ACIN: El Camino que Derrumba la Cobardía

CAUCA- COLOMBIA

Asesinaron más compañeros en el Cauca.Ya son 67 los indìgenas
asesinados este año. No hay la menor duda de quiénes son los
beneficiarios de este etnocidio en curso: quiènes despojando del
territorio a un proceso por vìa del terror avanzan en sus proyectos
extractivos, de explotaciòn y acumulaciòn. Sesenta y siete seres
humanos, compañeros y compañeras cuyas familias y comunidades lloran.
Cada vida irreemplazable. 67 vìctimas màs del despojo global que
avanza en Afganistàn, en Nigeria, en Somalia, en Nicaragua y en todas
partes porque todas partes es la "globalizaciòn".

Pero, de verdad, no parece tener sentido ni propósito denunciar,
enumerar, volver a escribir. ¿Para què?, si asì como seguimos, matan
para despojar, hacen leyes y tratados para despojar y encubren todo
con propaganda y mentiras para despojar. Cansados de repetir que se
trata de un despojo a mano armada, con mentiras y polìticas. Cansados
de insistir en que los beneficiarios y autores se encuentran
plenamente identificados, no nos queda màs remedio que gritar esta
rabia por escrito y dejar constancia de que seguimos entendiendo,
seguimos rechazando a todos los asesinos, vengan de donde vengan,
seguimos sabiendo que este proyecto de muerte al que sirve el terror,
hay que resistirlo y transformarlo por un plan de vida diverso y en
Minga.

Pero tambièn anunciamos desde el dolor, que desde la penumbra a la que
nos empujan en Colombia, en Honduras, en Perù y en el mundo entero
quienes hacen las "verdades" y las noticias con una mano y siembran la
muerte con la otra, desde la oscuridad y la invisibilidad que es
nuestro lugar en el mundo del capital globalizado, inevitablemente
estamos entendiendo, recuperando territorios de imaginarios, cuerpos y
geografìas. Estamos relacionándonos de manera que tejemos una agenda
colectiva y dejamos de competir para compartir. Estamos encontrando
cómo subsistir y satisfacer sin destruir ya que aún del desempleo nos
desechan para eliminarnos y estamos tejiendo, aunque no nos anuncien
ni nos vean, para que los muertos y el dolor no sean en vano y no
vuelvan a ser más.

Pero hoy no escribimos desde la esperanza y la ilusión, sino desde la
ira y la exigencia. Hoy reclamamos con firmeza e impaciencia. Esta
nota es un llamado que emula la palabra que nos llega desde Honduras:
"Nos tienen miedo porque no les tenemos miedo". Nos tienen miedo los
intrigantes, los egoístas, los manipuladores, los codiciosos, los
insaciables, los que solamente escuchan su vanidad y su arrogancia,
los que no saben ni quieren ni pueden tejer en el diálogo las salidas
y los caminos. Los que aplastan y cambian las agendas. Los que mandan
a matar y los que matan obedeciendo. Los de los largos discursos para
satisfacer egos. Los que se quedan con el agua para matarnos de sed y
enriquecerse y los que la entregan para ser prácticos. Nos tienen
miedo y nos hacen daño, mucho daño, pero no se dan cuenta que le hacen
daño a la vida y que la vida misma se está cansando de ellos y de su
proyecto de muerte. Esto es asì porque hay una verdad sencilla que se
cansò de esperar en silencio: "LA VIDA NO ACUMULA".

Por eso cuando sanamos el territorio para la paz y la vida, lo ocupan
a la fuerza. Por eso si decimos paz, nos esperan en un cruce de
caminos y nos amarran y nos matan. Por eso, nos persiguen para tratar
de borrar la imàgen vergonzosa que ven en el espejo. Por eso nos
"vienen a convidar a indefinirnos, nos vienen a convidar a tanta
mierda", como dice el cantautor. Por eso resultamos insoportables los
que no soportamos màs tanto engaño.

Hoy reclamamos a quienes no se sienten convocados y convocadas que
tienen que sumarse para llegar a ese lugar de las Honduras de la
dignidad, de las alturas de la sabidurìa. El lugar desde el cual se
caen desmoronadas las mentiras y las balas. El lugar de la vida digna
en el que una vez que les perdamos el miedo y actuemos en consecuencia
con nuestra agenda colectiva y no privada, dejarán de matarnos porque
le tendrán que ver la cara a su cobardía, el mayor y más infame de los
miedos, el miedo a reconocer que son como nosotras y nosotros cuando
no los identifica ni define tener màs y seguir explotando.

No estamos en ese lugar, porque seguimos estando solas y solos en
nuestra lucha y compromiso. Estamos con las familias, con la muerte,
con la ira y con la claridad. Estamos en el camino y llegaremos cuando
no haya tanta autorizada y arrogante indiferencia o complicidad.

Fuente: Tejido de Comunicaciòn ACIN

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