domingo, 27 de junio de 2010

Jujuy- Argentina: Percepciones del Inti Raymi

Cuando me pongo a pensar en cuál será la mejor forma de salvar este mundo de la terrible devastación a la que está expuesto, muchas veces se me cruza la palabra "utopía", como un anhelo que de tan difícil se ve imposible. Los seres humanos de tan inteligentes y creernos superiores al resto, estamos destruyendo el único lugar que tenemos para vivir, depredando recursos imprescindibles para nuestra subsistencia que más temprano que tarde terminarán acabándose. Y quizá cuando decimos que tenemos que cuidar nuestro planeta y preservarlo, en realidad estamos diciendo que debemos preservar la raza humana y los seres que viven en nuestro entorno. La tierra seguirá después de todo, en otras condiciones tal vez, pero definitivamente sobrevivirá, nosotros no. El mundo ha tenido muchas fases en todos estos millones de años de existencia, existieron formas de vida que sobrevivieron un tiempo y luego se extinguieron, es natural de la vida acomodarse y luego virar a otros rumbos. La situación con nosotros es que desde que aparecemos hasta nuestros días hemos ido adquiriendo conocimientos que en ningún otro momento se habían adquirido y a diferencia de otras etapas de la vida en nuestro planeta, nosotros mismos estamos provocando nuestra propia extinción y lo que es peor aún, muy aceleradamente. Los últimos siglos fueron suficientes para poner a las personas y la naturaleza que nos rodea en un segundo plano, hoy el dinero y el poder pueden más que la vida misma.

Hace poco más de 500 años existía en nuestro territorio (y persiste aún hoy pero en reducidos espacios debido a la aniquilación a que se vieron expuestos) una cultura que respetaba a cada ser viviente por igual, entendía que estamos todos relacionados de tal forma que de no existir el uno tampoco existiría el otro. Esa civilización admiraba los hechos más impresionantes de la naturaleza, los elementos que dan la vida; el agua, la tierra, el aire, el fuego, y entre todos ellos el sol era uno de los más importantes, porque permite la vida, da calor y alumbra nuestros caminos, entre otras tantas cualidades. Esa impresionante masa de energía era estudiada y reverenciada junto con los demás astros visibles del universo. Una vez al año le rendían homenaje a la estrella mayor, el tata inti o padre sol, esta ceremonia muy concurrida por todos los integrantes de las comunidades se llamó INTI RAYMI, fiesta del sol. Y era el momento donde se conmemoraba un año nuevo, y para ello todas y todos concurrían con sus mejores vestimentas y preparaban enormes mesas donde compartían alimentos con sus pares y daban obsequios a manera de respeto a los elementos de la vida, eran momentos donde los abuelos daban sus enseñanzas y todos aprendían de todos.

En 1572 se prohibió esta celebración por parte de los invasores y su iglesia, por ser considerada pagana y provocaba la rebelión de los pueblos ante los conquistadores. Pero aún con temor a ser encarcelados o en el peor de los casos, ser condenados a muerte, pequeños grupos siguieron manteniendo viva esta festividad. Es gracias a esa tenacidad que hoy tenemos la oportunidad de celebrarlo una vez más, y no es casualidad que renazca con tanta fuerza, nuestros ancestros predijeron estos momentos, dijeron que así como habría 500 años de oscuridad, habrá un período de luz y fortaleza de nuestros pueblos. Este nuevo Pachacuti está llamando a los hombres y  mujeres de buen corazón a unirse y cambiar esta realidad tan adversa en que nos encontramos. Y esto va más allá del color de piel o diferentes creencias, tiene que ver en si queremos seguir existiendo o no.

La cita para recibir este nuevo año, 5.518 en el calendario andino, se dio este domingo 20 de junio a las 9 de la mañana en inmediaciones de la Sede Universitaria de La Quiaca, justo era día del padre, otra fecha muy cara a nuestros sentimientos. En ese lugar se encuentran varios utensilios empleados en la antigüedad por nuestros ancestros pero además han sido profanados restos fósiles de personas que piden a gritos ser devueltas a sus lugares de descanso y que hoy están expuestas en vidrieras para deleite de los turistas. Allí mismo hicimos una ceremonia de respeto y pedimos permiso para poder realizar las actividades que se venían. Se encendió un brasero y mientras compartíamos la coca íbamos dejando un poco de coa (hierba aromática) para que sea consumida por las brazas, al tiempo que nos presentábamos y dábamos muestra de nuestras expectativas. Los que presidían eran los hermanos del grupo cultural Kuntur, quienes tuvieron muchas oportunidades de aprender directamente de la sabiduría de los abuelos "amautas" de diferentes países de América.

Llegando a las 11 vino la camioneta que nos transportaría a Laguna Colorada, un antiguo centro espiritual ubicado a 17 km de La Quiaca. Y después de transitar ese paisaje cautivante del departamento de yavi, llegamos a la laguna donde éramos esperados por integrantes de la comisión directiva de la comunidad aborigen de Sansana Sur quienes son los responsables directos del cuidado del legado dejado por nuestros antepasados en esa zona llena de petroglifos que en su mayoría datan de unos 7.000 años de antigüedad.

Al respecto del resto de la delegación, mi sorpresa fue que estaban representados varios sectores sociales de nuestra ciudad, muchos de ellos jóvenes, dirigentes, artistas, y hasta un gastrónomo especialista en comidas andinas venido desde la provincia de Salta, el amigo Luis. Tampoco podía faltar mi compañera de vida que me dio el mejor regalo en ese día tan especial, su amistad incondicional.

La primera actividad fue preparar el lugar, que es una Waka (lugar sagrado) en forma de cueva de piedra cuya puerta da justo al oriente y que contiene un círculo en el medio que se destina para el fuego. Una vez asentados nos dispusimos a realizar la primera ceremonia, la del silencio, se trata de dar a conocer un tiempo de duración optativo por cada integrante (por ser mi primera vez elegí 2 horas, otros dispusieron hasta 4 horas) y alejarse a una distancia tal de que verdaderamente estemos solos con la compañía única de la naturaleza que nos rodea. Instintivamente elegí el Este y caminé un buen rato hasta que encontré un lugar en particular, puse en forma de círculo un hilo que me habían provisto, donde atamos un poco de tabaco envuelto en cuatro telas de colores. El negro al Oeste, blanco al Sur, rojo al Norte y amarillo al Este. Me senté al medio y empecé a dialogar conmigo mismo, suena raro no? En muchas ocasiones queremos concentrarnos pero por una u otra razón siempre tenemos alguna distracción, sino es otra persona, es el celular o algún ruido de la calle. Esta vez era inevitable, con la vista de una parte de la laguna donde se reflejaba el cerro comencé a pensar en mis deseos más profundos, en cosas del pasado, en amigos y amigas, en lo bueno y lo malo, y entre tantos pensamientos se me cruzó una frase de un hermano que falleció hace unos 3 años por una enfermedad que repentinamente le apareció en la sangre, el incansable Negro Luca, me había dicho que no quería pasar lo que el Che Guevara y tantos otros que murieron jóvenes, "yo quiero vivir -decía- la mayor cantidad de años posibles para seguir luchando con todas mis fuerzas" (tenía 35 años en el momento de su partida, qué paradoja del destino, aunque personas como él no mueren, mas bien se diseminan por todas partes). Hace un tiempo que se me agudizó mi enfermedad del asma y las innumerables veces que el problema en mis rodillas me dejaron inutilizado para ciertas actividades hicieron que mi pedido central de esperanza sea el tener buena salud y poder seguir viviendo para dar hasta mi último aliento en esta senda de lucha y aprendizaje permanente donde no prima el interés material sino las ganas de aportar a ese cambio que tanto buscamos. Fueron las 2 horas más largas de mi vida, hasta me divertía ver como una mosca jugaba en la arena y una lagartija escapaba entre las piedras, me sentí parte de todo ese espacio. Pasado el tiempo vino Juan, quien llevaba una bolsa hecha de una tela de aguayo de la que sacó un agua ardiente aromatizada que me puso en las manos para que inhale profundamente, me dio unas palabras de aliento y siguió su rumbo hacia los lugares donde se encontraban los demás.

Al volver no era el mismo, sentí que algo había cambiado en mí, el tiempo dirá de qué manera. De nuevo en la cueva nos dispusimos a preparar la mesa para compartir algunos alimentos, otros prefirieron seguir con el ayuno hasta la salida del sol del día siguiente. Yo opté por dar un par de bocados.

A la noche, a eso de las 21, se separaron 2 grupos. Por un lado estaban las mujeres al borde de la laguna o Mama Cocha (el agua representa lo femenino) y por otro estábamos los varones alrededor del círculo del fuego (el fuego representa la masculinidad) y luego de casi 2 horas de dialogo nos unificamos y procedimos a encender la leña, ambos sexos intercalados en un mismo círculo, la complementariedad.

La ceremonia del abuelo fuego se viene realizando desde hace más de 20.000 años en nuestra cultura, existen muchos vestigios de ello, y es la más larga de todas. Es la encargada de recibir los primeros rayos de sol por lo que dura toda la noche. Cada tanto nos toca a cada uno dar obsequios y expresar los sentimientos que nos rodean en el momento, puede ser en voz alta o baja y al finalizar se da el grito de "jallalla" que es un grito de hermandad que significa ¡vivan los presentes! O ¡fuerza hermanos y hermanas! Según las creencias, durante esos momentos se acercan los espíritus de nuestros antepasados y nos acompañan durante toda la noche, nos dan energía y escuchan todas nuestras palabras. El cielo se encuentra plagado de estrellas pero la luz que irradia la luna deja ver solo unas cuantas, entre las más destacadas pudimos apreciar la Chacana (para muchos, la cruz del sur) y los Ojos de la Llama que son 2 estrellas brillantes que ciertamente es como si te observaran.

El punto culminante de la ceremonia se dio a partir de las 7:30 de la mañana del 21 de junio, donde en forma de semicírculo alrededor del fuego nos prestamos a recibir el amanecer, y fue exactamente a las 8:05 donde el Tata Inti se asomó brindando sus primeros rayos a aquella multitud que se mantuvo despierta toda noche y que en esos momentos lo esperaban con las manos en alto, con frío pero con la seguridad de recibir directamente aquella energía cósmica, energía positiva, que desde hace miles de millones de años reparte a todos los rincones de este planeta. Los abrazos, buenos deseos y hasta lágrimas de emoción inundaron el lugar. Reconocer nuestros errores, pedir disculpas o expresar abiertamente el afecto hacia un ser querido, el momento daba para eso y mucho más. Para entonces el fuego se iba desvaneciendo pero ese calor que nos proporcionó durante la noche había sido reemplazado por los brazos tibios, reconfortantes y hasta majestuosos del sol.  El agua se vio invadida por pequeñas olas que presagiaban desde mucho antes la inminente llegada de los rayos solares, el cielo se teñía de a poco con los colores del arco iris, al llegar el amanecer las olas se fueron y nuevamente Laguna Colorada mostró sus aguas quietas y pacientes ante todos los visitantes que se sirven de ella; vicuñas, flamencos, patos, ranas, ovejas…y nosotros, lo seres humanos, que deberíamos ser uno más de todo el ecosistema, aunque la codicia de nuestra raza haya roto por sobremanera ese equilibrio. Algunos aventurados, en ese afán de cubrirse de lleno con sus propiedades curativas, se sumergieron y hasta nadaron un buen rato sin temor a las temperaturas bajo cero ni a las miradas perplejas del resto. Existe una energía particular en la laguna, cada vez que se realiza una ceremonia se le agrega un poco de agua traída desde otros ríos o lagos del continente, eso hace que la diversidad molecular se mezcle y compartan sus bondades hacia todos los organismos de la fauna y flora que subsiste gracias a su influencia.

Luego nos dirigimos a visitar los lugares que nuestros ancestros querían que veamos, sus escritos, sus códigos que reflejan un pensamiento de avanzada. Matemática, astronomía y vaticinios de todo tipo están grabados en toda la extensión de los peñascos que sobresalen del suelo. Dibujos de animales, constelaciones y en muchas ocasiones, círculos que reflejan que todo tiene una ida y vuelta, que todo lo bueno y lo malo tiene su reciprocidad. Lo que siembras, cosechas. Pero además el hecho de estar en círculo significa que nadie le da la espalda al otro, que todos nos vemos frente a frente, que nadie es más que nadie. Aunque no todo ha sido explicado todavía, hay paginas de ese "gran libro" que no aparecen, porque deben seguir enterradas (existen dibujos que fueron descubiertos hace muy poco tiempo) o porque algún infructuoso visitante viéndose invadido por la influencia del dinero terminó saqueando importantes grabados que finalmente hoy lucen en museos de grandes ciudades europeas o en casas de coleccionistas excéntricos que se enorgullecen de tan solemnes trofeos. Se labró un acta donde todos los presentes y la comunidad representada por sus autoridades firmamos y nos comprometimos de corazón, ser guardianes y guerreros de toda esa enseñanza que hoy en día se muestra como la más coherente a la luz de todos los desaciertos de este sistema en que vivimos, plagado de individualismo y corrupción.

Durante los años nuevos que acostumbramos festejar en nuestras sociedades modernas imperan el ruido, la comida hasta empachar y muchas veces el alcohol en exceso, en este caso fue la esencia de la vida que nos acompañó a cada instante, encontrarnos con nuestros hermanos y hermanas de una manera más cercana, y conectados espiritualmente con el resto de la naturaleza. Reflexionamos sobre lo que hicimos durante el año que pasó y planificamos medianamente el año venidero. Una verdadera forma de avanzar con pasos firmes en la construcción de un mundo nuevo, una experiencia que deberíamos practicar más a menudo y de la cual debería participar todo el pueblo. ¡JALLALLA!

 

ELIO MOLINA

CORRIENTE DEL PUEBLO – LA QUIACA - JUJUY - ARGENTINA 


 
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1 comentario:

Eric dijo...

Las civilizaciones son realidades culturales y no políticas porque no mantienen el orden, ni imparten justicia, ni recaudan impuestos, ni sostienen guerras, ni negocian tratados, por tanto una civilización puede contener más de una unidad política. Los gobiernos, y hasta los imperios, crecen y se derrumban pero las civilizaciones son muy longevas y se definen por una identidad, son el plano más amplio de identificación en que se desenvuelve el ser humano. Hay algo más: en Occidente existe una frontera entre la vida espiritual y la vida pública, entre el credo y la acción política, para el Islam, para la cosmovisión andina cosmovisión andina tal frontera no existe. Un musulmán cree y actúa en concordancia y de acuerdo a los preceptos incaicos ama sua (no seas ladrón), ama llulla (no seas mentiroso), ama kella (no seas flojo) y ama llunku (no seas servil) afirmo que otra humanidad es absolutmente posible. Para el Islam y la cosmovisión andina no hay límites entre el Estado y la espiritualidad. Jallalla hermano Elio! Eric.