Quito, 15 de septiembre de 2008 Señores Acuerdo País y compañeros y compañeras asambleístas De mis consideraciones.- Ante los reiterados pronunciamientos realizados por el Sr. Presidente de la República, que deslegitiman a todas aquellas propuestas que de alguna manera u otra discrepen con la política oficial, y ante los derroteros que está asumiendo la política pública, que pone en riesgo la vigencia de los derechos fundamentales de los pueblos, y de los sectores populares, por el compromiso del gobierno con la visión extractivista, que continúa con las viejas políticas de destrucción de la naturaleza, con políticas agrarias que atentan contra la soberanía alimentaria, entre otras; y luego de un profundo proceso de reflexión y análisis sobre la necesidad de conservar la coherencia con el proyecto político de cambio por el que hemos luchado, me veo en la obligación moral y política de separarme de manera irrevocable y definitiva de Acuerdo País. La decisión de separarme de este movimiento político obedece, principalmente, a la constatación que he realizado de que existe un alejamiento de los objetivos originales planteados con respecto a su práctica política. Siempre he considerado que la democracia plurinacional se construye con honestidad, pluralismo y con una verdadera participación ciudadana, y pienso que el pragmatismo del poder los han ido desgastando y diluyendo. Durante mi trabajo como Asambleísta, y como Presidenta de la Mesa No. 5 de Recursos Naturales y Biodiversidad, constaté con asombro la manera en que el régimen de Acuerdo País se desdecía de sus fundamentos políticos y apoyaba posiciones conservadoras y reaccionarias y, específicamente, anti ecologistas. Debo confesar al país que las mayores resistencias a una propuesta democrática no solamente fueron hechas por la derecha política, sino que, paradójicamente, provinieron también desde el ejecutivo. Me remito a las informaciones públicas que dieron cuenta de la intervención del ejecutivo sobre la Asamblea Constituyente, para limitar y acotar derechos fundamentales en la transformación política, como aquellos que dan contenido al Estado Plurinacional, como el consentimiento previo, libre e informado, la separación del Estado del gobierno, el kichwa como idioma oficial, entre otros. Empero, debo indicar que a pesar de esto, yo suscribo el texto constitucional aprobado por la Asamblea Constituyente y llamo a votar por el SI, porque este texto constitucional, con todos sus defectos, representa un momento histórico de cambio y de esperanza para ir construyendo a futuro el Estado y la democracia plurinacional. Pero, al mismo tiempo que creo firmemente en que hay que apoyar y suscribir el proyecto de Constitución aprobado por la Asamblea Constituyente, considero que Acuerdo País ya no representa la posibilidad de cambios estructurales que exige nuestra sociedad. Mi experiencia al interior de esta agrupación política me indica que, lamentablemente, se ha perdido el sentido de democracia interna en la toma de decisiones: Acuerdo País se ha convertido en una organización política en la que las decisiones fundamentales se toman de manera antidemocrática. Se ha extraviado la posibilidad de la disidencia, y su cúpula ve con suspicacia y recelo el solo hecho de pensar de manera diferente con respecto a sus decisiones. Pienso que una transformación democrática y pluralista de nuestro Estado y de nuestra sociedad debe pasar necesariamente por la descolonización de todas las formas de dominación, incluidas aquellas que se dan en nuestros propios espacios de debate y acción política, de tal forma que permitan construir un verdadero proceso democrático inclusivo, participativo, plural, autogestionado y dirigido por quienes históricamente hemos luchado por un futuro justo, equitativo y ecológicamente sano para nuestro tiempo y para nuestras futuras generaciones. He observado con mucha preocupación como Acuerdo País, en su afán de construir los apoyos electorales que le permitan continuar en el poder, manipula, vulnera, margina y trata de cooptar a las organizaciones sociales, populares e indígenas, e incluso, como hemos visto en Dayuma y Panantza, ha llegado a la criminalización de la movilización social. Esto pone en riesgo no solo a las organizaciones y movimientos sociales sino a toda la democracia. Es una vieja práctica que la hemos vivido desde la derecha y el neoliberalismo, pero que ahora sorprende cuando proviene de un movimiento político que dice ser de izquierda y se autodenomina "ciudadano". Con estos antecedentes, me pregunto: ¿dónde está la "participación ciudadana"?, ¿en qué consiste, en realidad, la "revolución ciudadana" de Acuerdo País?, ¿dónde está su sentido de democracia cuando las bases de Acuerdo País, son obligadas a someterse incondicionalmente al criterio de que un solo líder? ¿Puede un solo líder acoger los anhelos y las demandas del pueblo ecuatoriano e interpretarlos a su gusto, sin un verdadero diálogo, ni autocrítica? ¿No significa que esto conllevará a una forma de gobierno autocrática, en que el pueblo deberá someterse en silencio, sin disidencia y "por su propio bien"? Por todas estas prácticas, he llegado a la conclusión de que Acuerdo País no es un movimiento de izquierda, aunque su pretensión sea la de auto declararse como tal. De que su referencia al "socialismo del siglo XXI" se convierte más en una estrategia política-electoral que en una realidad. Un Estado democrático, participativo y plurinacional no puede ser construido desde arriba y desde la voluntad omnímoda de nadie. Tiene que fundarse en el respeto de las diversas colectividades y de las personas. El poder político democrático tiene que nacer y sostenerse a base del diálogo horizontal, incluyente y plural para llegar a consensos, y ello necesariamente implica la participación directa de las organizaciones y la sociedad en general. Creo en un Estado democrático, participativo y plurinacional que descolonice las formas de poder, la imposición, la dominación y la represión antidemocráticas, racistas y violentas que llevan siglos, no solo en nuestras instituciones sino incluso en nuestras propias subjetividades y organizaciones sociales y políticas. Un Estado Plurinacional se construye desde el reconocimiento a las diferencias que nos atraviesan, y para hacerlo, se necesita de una enorme capacidad de pluralismo, respeto y democracia, aspectos de los cuales Acuerdo País carece por el momento. Pienso que nuestro pueblo, que ha escrito páginas imborrables de resistencia, de dignidad, de valentía, retomará en algún momento el sentido del cambio con el que empezó este proceso de transformación. Acuerdo País no es el dueño de estos procesos; el movimiento indígena lleva ya más de dos décadas resistiendo al neoliberalismo y cinco siglos resistiendo a la modernidad y al capitalismo. De mi parte, me debo al movimiento indígena, me debo a la esperanza de construir el retorno de los buenos tiempos, del sumak kawsay. Me debo a esas voluntades que decían alguna vez que somos como paja de páramo que se la arranca y vuelve a crecer, y es pensando en esa historia, en esa memoria, en esos sueños, que he tomado esta decisión. Quiero agradecer a todos las compañeras y los compañeros de Acuerdo País con quienes he compartido las esperanzas de un nuevo Ecuador, y con quienes dimos batalla desinteresadamente por nuestros principios; quiero agradecer a los que nos apoyaron con sus votos, a todos aquellos que nos dieron su mano, su abrazo, su ilusión, su aliento, quiero decirles que los llevo en mi corazón, que son parte de mi camino, que esta decisión no significa en modo alguno separarme de ellos, sino volverlos a encontrar para seguir soñando, para seguir construyendo las utopías del Estado plurinacional y la democracia participativa y directa. Mónica Chuji Gualinga Asambleísta Recibido de CONAIE.org [Ukhamawa: Noticias Indigenas] |
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