Sábado 22 de mayo del 2010País
Asamblea decidirá castigo a Quishpe
Lorena Álvarez | ZUMBAHUA, COTOPAXIMiembros de la asamblea de la comuna La Cocha, en la parroquia Zumbahua, cantón Pujilí, mantenían ayer una reunión para resolver sobre Orlando Quishpe, quien permanece retenido en esta comunidad acusado de asesinato.
José Cuchiparte, dirigente de la comuna, indicó que hasta el momento se mantiene realizar la asamblea mañana para decidir el castigo a Quishpe, aunque analizan el pedido de las autoridades de entregarlo a la justicia común.
En tanto el comité de crisis conformado para analizar el caso de La Cocha se reunió la noche del pasado jueves y se declaró en sesión permanente.
Los asistentes a la reunión hicieron un recuento de los hechos en esa comunidad y analizaron el artículo 171 de la Constitución Política del Ecuador que faculta a los indígenas a ejercer justicia en sus jurisdicciones de acuerdo a sus usos y costumbres.
El comité de crisis además pidió a sus abogados un estudio de posibles coincidencias entre las normas indígenas y las leyes ordinarias, para intentar buscar salidas al conflicto.
El comité lo preside el gobernador Ramiro Vela y está integrado también por el fiscal distrital, Roberto Guzmán; el comandante provincial de Policía, Edmundo Moncayo; y representantes de la Cruz Roja y Cuerpo de Bomberos.
El Gobernador afirmó que buscará tender un puente con los dirigentes indígenas para encontrar una salida constitucional que, según su criterio, podría ser que se entregue al detenido para que sea juzgado por la justicia ordinaria.
El oficial indicó que a su criterio "la justicia indígena está establecida pero no normada".
Moncayo enfatizó que hasta ayer no había recibido disposición alguna del Ministerio de Gobierno para realizar un operativo para liberar al supuesto asesino en La Cocha.
Fiscal critica
En declaraciones para el diario La Hora, el fiscal general del Estado, Washington Pesántez, acepta el baño en agua fría y la ortiga como una forma de purificación, pero no lo que se estaría expandiendo por todo el mundo, que el Ecuador es un país de primitivos cuando se aplica la denominada justicia indígena, a la que le califica de "subcultura".
El país no ha ganado ni sacado nada con la Constitución del 98 en la que se hacía mención a la justicia indígena. "No sirve para nada si no hay legislación secundaria, en la que se establezca el ámbito de su competencia y jurisdicción", expresó el Fiscal.
Apuntes : Castigos
Justicia indígena
Leonardo Quishpe, padre del detenido y supuesto autor del crimen, Orlando Quishpe, dijo que espera buen trato para su hijo y que se lo juzgue a la brevedad en la comunidad para que quede libre, pues conoce que en el sitio donde está no le dan alimentación.
Respeto a proceso
Los familiares de los otros cuatro implicados piden que se respete el proceso de ajusticiamiento indígena porque los jóvenes ya recibieron su castigo.
José Cuchiparte, dirigente de la comuna, indicó que hasta el momento se mantiene realizar la asamblea mañana para decidir el castigo a Quishpe, aunque analizan el pedido de las autoridades de entregarlo a la justicia común.
En tanto el comité de crisis conformado para analizar el caso de La Cocha se reunió la noche del pasado jueves y se declaró en sesión permanente.
Los asistentes a la reunión hicieron un recuento de los hechos en esa comunidad y analizaron el artículo 171 de la Constitución Política del Ecuador que faculta a los indígenas a ejercer justicia en sus jurisdicciones de acuerdo a sus usos y costumbres.
El comité de crisis además pidió a sus abogados un estudio de posibles coincidencias entre las normas indígenas y las leyes ordinarias, para intentar buscar salidas al conflicto.
El comité lo preside el gobernador Ramiro Vela y está integrado también por el fiscal distrital, Roberto Guzmán; el comandante provincial de Policía, Edmundo Moncayo; y representantes de la Cruz Roja y Cuerpo de Bomberos.
El Gobernador afirmó que buscará tender un puente con los dirigentes indígenas para encontrar una salida constitucional que, según su criterio, podría ser que se entregue al detenido para que sea juzgado por la justicia ordinaria.
El oficial indicó que a su criterio "la justicia indígena está establecida pero no normada".
Moncayo enfatizó que hasta ayer no había recibido disposición alguna del Ministerio de Gobierno para realizar un operativo para liberar al supuesto asesino en La Cocha.
Fiscal critica
En declaraciones para el diario La Hora, el fiscal general del Estado, Washington Pesántez, acepta el baño en agua fría y la ortiga como una forma de purificación, pero no lo que se estaría expandiendo por todo el mundo, que el Ecuador es un país de primitivos cuando se aplica la denominada justicia indígena, a la que le califica de "subcultura".
El país no ha ganado ni sacado nada con la Constitución del 98 en la que se hacía mención a la justicia indígena. "No sirve para nada si no hay legislación secundaria, en la que se establezca el ámbito de su competencia y jurisdicción", expresó el Fiscal.
Apuntes : Castigos
Justicia indígena
Leonardo Quishpe, padre del detenido y supuesto autor del crimen, Orlando Quishpe, dijo que espera buen trato para su hijo y que se lo juzgue a la brevedad en la comunidad para que quede libre, pues conoce que en el sitio donde está no le dan alimentación.
Respeto a proceso
Los familiares de los otros cuatro implicados piden que se respete el proceso de ajusticiamiento indígena porque los jóvenes ya recibieron su castigo.
Domingo 23 de mayo del 2010 | 11:32País
Comunidad de La Cocha analiza castigo para Orlando Quishpe
José Olmos | LACOCHAAlrededor de 2.000 indígenas de la comunidad de La Cocha se encuentran reunidos para analizar el castigo a Orlando Quishpe, presunto asesino confeso de Marco Olivo Pallo, oriundo del sector.
Según anticipó Ricardo Chaluisa, dirigente de la Comunidad de La Cocha, a la que asistió una delegación de Guantopolo, de donde es oriundo Quishpe, se ha decidido purificarlo.
El proceso consiste en el baño con agua helada y ortiga, además de los latigazos. Luego, la comunidad lo entregará a Guantopolo para que haga trabajos comunitarios durante 5 años.
Chaluisa indicó que en la asamblea se encuentran familiares de la víctima y del acusado.
Según anticipó Ricardo Chaluisa, dirigente de la Comunidad de La Cocha, a la que asistió una delegación de Guantopolo, de donde es oriundo Quishpe, se ha decidido purificarlo.
El proceso consiste en el baño con agua helada y ortiga, además de los latigazos. Luego, la comunidad lo entregará a Guantopolo para que haga trabajos comunitarios durante 5 años.
Chaluisa indicó que en la asamblea se encuentran familiares de la víctima y del acusado.
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Domingo 23 de mayo del 2010 | 18:07País
Justicia indígena se aplicó a Orlando Quishpe
JOSÉ OLMOS | LA COCHA, CotopaxiOrlando Quishpe está desnudo. Aparece una semana después de haber sido castigado. Carga un saco de tierra y por un altoparlante pide perdón. "Pido al pueblo que me desculpe, pero yo nunca he matado a nadie", dice con una voz llorosa.
Un dirigente toma el micrófono y habla en kicwcha. Orlando, entonces, da vueltas frente a un círculo de al menos cuatro mil indígenas concentrados en la comunidad La Cocha, de Zumbahua (Cotopaxi).
"Asesino, yanashpa, asesino", grita María Luisa Pallo, madre de Marco Olivo, asesinado hace diez días supuestamente por Orlando, en el centro de la parroquia Zumbahua. Orlando ha dado cuatro vueltas, son las 16:00 del 23 de mayo del 2010.
La justicia indígena se impone en esta comunidad cotopaxense del centro de la cordillera occidental de Los Andes. Lo hecho y dicho antes queda atrás.
Orlando Quishpe, presunto asesino de Marco Olivo no irá a la cárcel, no va a manos de la Policía, a cargo de los fiscales ni los jueces. "Esa justicia es corrupta, no hace nada, no sirve", afirma un dirigente y se hacen eco otros, media hora antes del inicio del castigo.
Orlando termina el recorrido y es amarrado en una especie de patíbulo hecho con palos. El hombre está sentado sobre filudas piedras. Sobre ortiga que pica y causa laceraciones. Decenas de mujeres que asisten a este ritual lloran. "Es duro estar aquí, el mundo da vueltas y a cualquiera puede pasar", dice una de ellas. Y todas lloran. El llanto contagia, las lágrimas brotan.
Pasan cinco minutos. Orlando grita cuando tres mujeres le lanzan agua helada. "¡Ayyyyy, ayyyyay...!" Y luego caen más azotes de ortiga. Más agua. "No te dio pena matar", grita Jaime Olivo, hermano del fallecido. El ortigueo sigue, el llanto también.
"Ya basta", grita uno de los casi 200 comuneros que llegaron de Guantopolo, la comuna de Orlando. Otros gritan igual. Diez hombres de La Cocha se les acercan con unos palos, amenazantes.
El cuerpo de Orlando está lacerado, enrojecido. "Dios ha de juzgar, ha de demorar pero ha de hacer justicia", llora una indígena de Guantopolo.
Y los hombres de palos van contra los camarógrafos y contra quienes cierran el círculo de castigo. Los obligan a replegarse.
Veinte minutos antes, en un altoparlante se había leído la resolución, debatida por unos 40 delgados de La Cocha, de Guantopolo y otras 20 comunidades, así como los familiares de Orlando y de Marco Olivo. Se menciona el artículo 171 de la Constitución, que garantiza la justicia indígena; se anuncia pedidos para que se norme la es tipo de justicia.
Se prohíbe que los comuneros de Zumbahua vistan ropa de negra, de aquella usada por los rockeros.
Además del castigo corporal que, según Ricardo Guanotuña, concejal de Pujilí por la parroquia Zumbahua, es un acto de purificación, Quishpe es expulsado de Zumbahua durante cinco años. Su familia pagará una indemnización de $1.750 que se destinarán a la madre de la víctima, María Luisa Pallo.
Inicialmente se había resuelto que este rubro iría en beneficio de la comunidad La Cocha y no de la familia del difunto, como es costumbre en el juzgamiento ancestral.
"Nosotros no queremos nada de dinero, queremos justicia a nuestro modo y que, ojalá, el joven se componga, que termine la universidad y se vuelva profesional", había expresado el hermano de la víctima. Pero la asamblea inisitió que ese dinero vaya a la mamá, por su edad, 60 años.
Los cinco supuestos cómplices del delito, juzgados hace una semana, debieron cancelar $ 5.000 para la comunidad La Cocha.
En el aula de la escuela, desde las 10:00 se había expuesto un video, en el que se escucha las versiones de los acusados.
Junto a la pared, permanecían los familiares de Marco Olivo. Su hermano, el abogado Jaime, permanecía en la mesa directiva. Ellos vestían ropa negra. Una de sus hermanas miraba una foto de su hermano, en vida. La apretaba contra su rostro y lloraba.
"Yo acepto la justicia indígena, creo que es justo, pero yo no nunca maté a nadie", dice Orlando Quishpe en el video. No obstante, en esa misma grabación relata minutos antes la forma en que ató las manos de Olivo y acepta que colocó el cinturón en el cuello de la víctima, que apareció colgada de un poste en la plaza de Zumbahua.
Antes del inicio del proceso de juzgamiento, a las 09:55, unos 200 comuneros de Guantopolo llegan a La Cocha. Acompañan a los familiares de Orlando Quishpe.
De pronto, un grito lastimero se escucha: "Rocoto (insulto kichwa), yanashca (maldecido, renegrido), asesino". Lo pronuncia una mujer vestida de negro mientras, amenazante, levanta un palo dirigiéndose a los 200 de Guantopolo. Es María Luisa Pallo, la madre del asesinado.
Los gritos en kichwa siguen. María Luisa llora, maldice, amenaza. "Mata a mí también", afirma en español y cuando quiere enfrentarse a la comitiva intervienen otros familiares y tratan de calmarla.
"Queremos que se haga justicia indígena, pero que no torturen. Si les pasa la mano, ahí verán lo que sucede", dice un joven de Guantopolo. Otro lo calma: "No queremos enfrentamientos".
Son las 16:37, van más de cuarenta minutos desde el inicio del castigo. Orlando sigue sentado en las piedras y la ortiga, amarrado de manos. Dos pastores evangélicos y un dirigente de La Cocha, han tomado casi 15 minutos para dar consejos.
Y llegan los látigos. Pablo umajinga, de Guantolo, aconseja. Dice este látigo es papá y mamá y deja caer un azote que hace retorcer a Orlando y llorar a algunas mujeres. Ahora Orlando está acostado boca abajo, sobre las piedras y la ortiga.
Los delgados de las comunas siguen. Un latigazo cada uno.
Ricardo Chaluisa, presidente de la La Cocha también lo hace.
Al inicio del juzgamiento y como aclaración a la pensa él había dicho: "El señor Orlando Quishpe ha estado trabajando. Nosotros respetamos la Constitución, las reglas de la comunidad, los drechos humanos. Está con chequeo médico y hasta el señor cura lo ha confesado".
Y citó una frase de Tránsito Amaguaña para reiterar que la justicia indígena seguirá en la comunas: "Somos como la paja del páramo. Asi nos arranquen o quemen esta retoñará con más fuerza".
Un dirigente toma el micrófono y habla en kicwcha. Orlando, entonces, da vueltas frente a un círculo de al menos cuatro mil indígenas concentrados en la comunidad La Cocha, de Zumbahua (Cotopaxi).
"Asesino, yanashpa, asesino", grita María Luisa Pallo, madre de Marco Olivo, asesinado hace diez días supuestamente por Orlando, en el centro de la parroquia Zumbahua. Orlando ha dado cuatro vueltas, son las 16:00 del 23 de mayo del 2010.
La justicia indígena se impone en esta comunidad cotopaxense del centro de la cordillera occidental de Los Andes. Lo hecho y dicho antes queda atrás.
Orlando Quishpe, presunto asesino de Marco Olivo no irá a la cárcel, no va a manos de la Policía, a cargo de los fiscales ni los jueces. "Esa justicia es corrupta, no hace nada, no sirve", afirma un dirigente y se hacen eco otros, media hora antes del inicio del castigo.
Orlando termina el recorrido y es amarrado en una especie de patíbulo hecho con palos. El hombre está sentado sobre filudas piedras. Sobre ortiga que pica y causa laceraciones. Decenas de mujeres que asisten a este ritual lloran. "Es duro estar aquí, el mundo da vueltas y a cualquiera puede pasar", dice una de ellas. Y todas lloran. El llanto contagia, las lágrimas brotan.
Pasan cinco minutos. Orlando grita cuando tres mujeres le lanzan agua helada. "¡Ayyyyy, ayyyyay...!" Y luego caen más azotes de ortiga. Más agua. "No te dio pena matar", grita Jaime Olivo, hermano del fallecido. El ortigueo sigue, el llanto también.
"Ya basta", grita uno de los casi 200 comuneros que llegaron de Guantopolo, la comuna de Orlando. Otros gritan igual. Diez hombres de La Cocha se les acercan con unos palos, amenazantes.
El cuerpo de Orlando está lacerado, enrojecido. "Dios ha de juzgar, ha de demorar pero ha de hacer justicia", llora una indígena de Guantopolo.
Y los hombres de palos van contra los camarógrafos y contra quienes cierran el círculo de castigo. Los obligan a replegarse.
Veinte minutos antes, en un altoparlante se había leído la resolución, debatida por unos 40 delgados de La Cocha, de Guantopolo y otras 20 comunidades, así como los familiares de Orlando y de Marco Olivo. Se menciona el artículo 171 de la Constitución, que garantiza la justicia indígena; se anuncia pedidos para que se norme la es tipo de justicia.
Se prohíbe que los comuneros de Zumbahua vistan ropa de negra, de aquella usada por los rockeros.
Además del castigo corporal que, según Ricardo Guanotuña, concejal de Pujilí por la parroquia Zumbahua, es un acto de purificación, Quishpe es expulsado de Zumbahua durante cinco años. Su familia pagará una indemnización de $1.750 que se destinarán a la madre de la víctima, María Luisa Pallo.
Inicialmente se había resuelto que este rubro iría en beneficio de la comunidad La Cocha y no de la familia del difunto, como es costumbre en el juzgamiento ancestral.
"Nosotros no queremos nada de dinero, queremos justicia a nuestro modo y que, ojalá, el joven se componga, que termine la universidad y se vuelva profesional", había expresado el hermano de la víctima. Pero la asamblea inisitió que ese dinero vaya a la mamá, por su edad, 60 años.
Los cinco supuestos cómplices del delito, juzgados hace una semana, debieron cancelar $ 5.000 para la comunidad La Cocha.
En el aula de la escuela, desde las 10:00 se había expuesto un video, en el que se escucha las versiones de los acusados.
Junto a la pared, permanecían los familiares de Marco Olivo. Su hermano, el abogado Jaime, permanecía en la mesa directiva. Ellos vestían ropa negra. Una de sus hermanas miraba una foto de su hermano, en vida. La apretaba contra su rostro y lloraba.
"Yo acepto la justicia indígena, creo que es justo, pero yo no nunca maté a nadie", dice Orlando Quishpe en el video. No obstante, en esa misma grabación relata minutos antes la forma en que ató las manos de Olivo y acepta que colocó el cinturón en el cuello de la víctima, que apareció colgada de un poste en la plaza de Zumbahua.
Antes del inicio del proceso de juzgamiento, a las 09:55, unos 200 comuneros de Guantopolo llegan a La Cocha. Acompañan a los familiares de Orlando Quishpe.
De pronto, un grito lastimero se escucha: "Rocoto (insulto kichwa), yanashca (maldecido, renegrido), asesino". Lo pronuncia una mujer vestida de negro mientras, amenazante, levanta un palo dirigiéndose a los 200 de Guantopolo. Es María Luisa Pallo, la madre del asesinado.
Los gritos en kichwa siguen. María Luisa llora, maldice, amenaza. "Mata a mí también", afirma en español y cuando quiere enfrentarse a la comitiva intervienen otros familiares y tratan de calmarla.
"Queremos que se haga justicia indígena, pero que no torturen. Si les pasa la mano, ahí verán lo que sucede", dice un joven de Guantopolo. Otro lo calma: "No queremos enfrentamientos".
Son las 16:37, van más de cuarenta minutos desde el inicio del castigo. Orlando sigue sentado en las piedras y la ortiga, amarrado de manos. Dos pastores evangélicos y un dirigente de La Cocha, han tomado casi 15 minutos para dar consejos.
Y llegan los látigos. Pablo umajinga, de Guantolo, aconseja. Dice este látigo es papá y mamá y deja caer un azote que hace retorcer a Orlando y llorar a algunas mujeres. Ahora Orlando está acostado boca abajo, sobre las piedras y la ortiga.
Los delgados de las comunas siguen. Un latigazo cada uno.
Ricardo Chaluisa, presidente de la La Cocha también lo hace.
Al inicio del juzgamiento y como aclaración a la pensa él había dicho: "El señor Orlando Quishpe ha estado trabajando. Nosotros respetamos la Constitución, las reglas de la comunidad, los drechos humanos. Está con chequeo médico y hasta el señor cura lo ha confesado".
Y citó una frase de Tránsito Amaguaña para reiterar que la justicia indígena seguirá en la comunas: "Somos como la paja del páramo. Asi nos arranquen o quemen esta retoñará con más fuerza".
Fuente: http://www.eluniverso.com
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